Un día duro


Desde el sofá de mi salón puedo ver, a través de la ventana del balcón, la torre iluminada de la catedral. Hasta aquí llegan las notas del preludió de la suite nº1 para violonchelo solo de J.S. Bach que interpreta en la calle Chiki Serrano a pocos metros de mi casa. Sobre la mesa del salón dos libros: los ensayos completos de Michel Montaigne y una antología poética de César Vallejo.
Aun así, cierro las ventanas, bajo las persianas, apago la luz y subo el volumen de la tele. Porque hay días que no tiene uno el cuerpo para sutilezas.

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