Entré en el aula, saludé con un escueto: “buenos días”, pasé lista, cogí dos tizas nuevas y las partí por la mitad. Durante 45 minutos no hice otra cosa que encadenar disparates sin ningún tipo de sentido ni lógica:
"Las brújulas siempre señalan el norte porque la tierra es un gran imán natural que crea un campo magnético a su alrededor. Los experimentos de Oersted demuestran que todos los campos magnéticos están originados por cargas eléctricas en movimiento, por lo tanto, si la tierra genera un campo magnético deben existir cargas eléctricas en movimiento en su interior. Para que las cargas eléctricas se muevan de un punto a otro es necesaria la existencia de una diferencia de potencial eléctrico entre esos dos puntos. Como las cargas eléctricas se mueven por el interior de la tierra, de una capa a otra, esto implica la existencia de diferencias de potencial entre las diferentes capas. La geotricidad es la técnica que se encarga de la generación de energía eléctrica haciendo uso de la diferencia de potencial existente entre las distintas capas de la corteza terrestre."
Me invento también los tres principios fundamentales de las geotricidad, el Teorema de Nach y el Teorema del Gradiente Terrénico. Todos estos principios y teoremas los enuncio y demuestro llenando así pizarras y pizarras con fórmulas fruto de mi imaginación y carentes de toda lógica matemática.
Les muestro la pagina web (que por supuesto he tenido la precaución de crear unos días antes) de la empresa GEOtritec S.L. dedicada al diseño, montaje y mantenimiento de instalaciones de Geotricidad donde los alumnos pueden tener a su entera disposición, gracias a la política de transparencia de la empresa, toda la información técnica, económica y administrativa necesaria para la correcta ejecución y puesta a punto de una instalación de este tipo.
Incluso llevo al aula piezas especialmente diseñadas para este tipo de instalaciones: una sonda de captación de geopotencial eléctrico y un amplificador de señales telúricas; por supuesto todo falso, son piezas compradas a un chatarrero por menos de 15 euros.
¿Y todo esto…para qué?
Pues, para que un grupo de 25 adolescentes, que piensan que todo lo que se les enseña no vale para nada, experimenten en carne propia lo extremadamente fácil que es engañar al que no sabe. Para que durante los siguientes 10 minutos que restan de clase comprendan lo simple que es manipular el pensamiento, la opinión, incluso los gustos o necesidades de aquel que no tiene suficiente capacidad crítica para analizar con un mínimo de objetividad toda la información que recibe. Para tratar de convencerles de que cuantas más cosas les interesen, cuantos más dispares sean esos intereses y cuanto más profundicen en ellos, menores serán las posibilidades de que les manipule el primer hijo de puta con labia con el que se topen. Para hacerles ver que posiblemente tengan razón y todo lo que se les enseña no vale para nada, pero por todo lo contrario de lo que ellos piensan: no sirve para nada por escaso, por parcial, por excesivamente especializado y que por esta misma razón tienen la obligación de aprender por sí mismos todo aquello que nadie les explicará, buscar constantemente y por su cuenta, todas las respuestas que nadie les dará. Que si cualquier técnico de ventas, cualquier comercial, cualquier profesional “con clara vocación hacia el cliente”, conoce y domina las técnicas básicas que permiten doblegar nuestra voluntad, ¿qué no serán capaces de hacer gobiernos, medios de comunicación, agencias de publicidad, partidos políticos, sindicatos,…?
Constantemente tomamos decisiones en función de una información parcial, de la que nosotros no tenemos el control pero que alguien, hábilmente, diseña, selecciona, adorna y distribuye. El trilero o prestidigitador de turno nos enseñará una bolita, nos fijaremos en ella, y mientras, la otra mano actuará a su antojo. A partir de ahí y conociendo todo esto, que cada cual sea libre para decidir quién quiere que le engañe. Y que cuando haya que comulgar con ruedas de molino o pasar por el aro (pues en ocasiones las circunstancias mandan) tengamos suficientemente claro con qué estamos tragando y a través de qué estamos pasando.
Constantemente tomamos decisiones en función de una información parcial, de la que nosotros no tenemos el control pero que alguien, hábilmente, diseña, selecciona, adorna y distribuye. El trilero o prestidigitador de turno nos enseñará una bolita, nos fijaremos en ella, y mientras, la otra mano actuará a su antojo. A partir de ahí y conociendo todo esto, que cada cual sea libre para decidir quién quiere que le engañe. Y que cuando haya que comulgar con ruedas de molino o pasar por el aro (pues en ocasiones las circunstancias mandan) tengamos suficientemente claro con qué estamos tragando y a través de qué estamos pasando.
Con aquella clase solo pretendía darles otro punto de vista, pero la maquinaria del sistema es imparable y aunque sé que no me obligarán a beber cicuta por no reconocer a los dioses de este mundo y corromper a la juventud, de momento, me han abierto un expediente disciplinario por no ajustar los contenidos impartidos a los contenidos regulados por el Real Decreto 177/2008, de 8 de febrero, por el que se establece el Título de Técnico en Instalaciones Eléctricas y Automáticas y se fijan sus enseñanzas mínimas.
Que grande eres.
ResponderEliminarDigo lo mismo. Excelente entrada.
ResponderEliminar