Desde los quince años frecuento el lugar, la primera vez fui con mi padre. Siempre tienen preparada su mejor sonrisa, me miran, me invitan a su mesa, me adulan, me seducen, me agasajan y aunque sé que es mi dinero lo que realmente desean, me ofrecen sus servicios de tal forma que, a veces, se me olvida y creo, ingenuamente, que me quieren. He dejado allí casi todos mis ahorros, aún así, parecen no tener nunca bastante.
Empezaste jovencito a visitar estos lupanares.
ResponderEliminarMuy acertada la comparación.
Cada tribu tiene sus particulares ritos de iniciación a la edad adulta.
ResponderEliminarNacho, te estoy descubriendo. Me encantan tus teorias. Pero este simil es el "no va más".
ResponderEliminar¡Qué sorpresa! Gracias y un fuerte abrazo familia.
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