Si paro a analizar una a una todas las decisiones que he tomado en mi vida y que a posteriori resultaron ser decisivas, para bien o para mal, en mi destino, no me queda más remedio que admitir que ninguna de ellas fue fruto de la razón. Poco tuvo que ver el análisis sosegado de todas las variables, el estudio detallado de los pros y de los contras de cada una de las alternativas o el meticuloso examen de las posibles consecuencias. En todas y cada una de ellas hubo un alto contenido de irracionalidad. Casi todas han sido el fruto de intuiciones, sospechas, presentimientos, corazonadas, arrebatos, premoniciones, creencias, delirios... Las circunstancias, las casualidades y el azar (el único Dios verdadero) han hecho el resto.
Sin duda.
ResponderEliminarDon Aleatorio te acompaña en cada paso que das.
Ahora bien, los pasos y su dirección los tomas Tú
Totalmente de acuerdo. La cuestión es qué te hace dar determinados pasos o tomar determinadas direcciones, y al menos en mi caso, la parte emocional ha sido infinitamente más importante que la parte racional a la hora de tomar decisiones.
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