Mi
nombre es Arthur Rimbaud. A los diecisiete años, apenas llegado a París y tras
escuchar de mis labios el poema “le Bateau lvre” fuí llevado, por las calles de
París, a hombros de los más insignes poetas franceses de la época. Fui el enfant
terrible, el genio adolescente, el rebelde, el despectivo, el transgresor; con
sólo veinte años y aburrido de mi salvaje existencia decidí dejarlo todo y transformarme
en un simple emigrante en busca de trabajo y de fortuna. Cambié la condición de
poeta genial por la de trabajador abnegado, la literatura por la vida. Ayer buscaba
la libertad escribiendo y bebiendo absenta a morro en París, hoy la busco en
Abisinia trabajando duramente para poder volver a Francia millonario y así, cargado
de dinero, ser feliz, casarme y formar una familia. Tal vez el destino me tenga
reservada otra suerte, tal vez fracase, muera pobre en estas tierras miserables
y lo único que quede de mí sea todo aquello de lo que hoy reniego.
Una biografía la de este hombre tan compleja que ni Hollywood se atreve a representarla.
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