Un poema de Wislawa Szymborska


PROSPECTO
Soy un tranquilizante.
Funciono en casa,
soy eficaz en la oficina,
me siento en los exámenes,
comparezco ante los tribunales,
pego cuidadosamente las tazas rotas:
sólo tienes que tomarme,
disolverme bajo la lengua,
tragarme,
sólo tienes que beber un poco de agua.

Sé qué hacer con la desgracia,
cómo sobrellevar una mala noticia,
disminuir la injusticia,
iluminar la ausencia de Dios,
escoger un sombrero de luto que quede bien con una cara.
A qué esperas,
confía en la piedad química.

Eres todavía un hombre joven,
deberías sentar la cabeza de algún modo.
¿Quién ha dicho
que la vida hay que vivirla arriesgadamente?

Entrégame tu abismo,
lo cubriré de sueño,
me estarás agradecido
por haber caído de pies.
Véndeme tu alma.
No habrá más comprador.


Ya no hay otro demonio.

De "Si acaso" 1978

2 comentarios:

  1. Me aterra la dependencia que la gente tiene de la química. Cuánta gente abusando de analgésicos para dolores imaginarios, de tranquilizantes para dolores del alma. Hay muchas situaciones como la pérdida de un ser querido que aunque traumáticas, en mi opinión, deben de ser afrontadas de forma natural (aunque la muerte no haya sido así) Todo tiene su período de duelo y el dolor hay que pasarlo, no disfrazarlo. Hay muchas otras como la angustia o la ansiedad para las que el ejercicio físico (aquí sí) es una buena solución. A mi cuando una amiga o amigo me dice que no duerme, se me ocurren un par de soluciones eficaces.

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