Ayer
tarde conocí a una persona misteriosa. Aún ahora, varias horas después del
encuentro, no salgo de mi asombro. Dudo si el encuentro fue real o tan solo el producto
de ni imaginación; no sé si me tomó el pelo o sencillamente estaba loco.
No
recuerdo bien cómo ni por qué comenzamos a hablar, supongo que de la forma más trivial,
ni cómo la conversación nos llevó a que me explicara de la forma más natural
del mundo que se dedicaba a recolectar sueños:
No te puedes ni imaginar, me dijo, la cantidad de sueños que desecha la gente. Quieren
ser futbolistas, bailarinas, dejar el trabajo y dedicarse a viajar, escribir un
libro, ver su nombre en letras gigantes en un teatro de Broadway, subir al Everest,
yo que sé… Luego, por alguna razón extraña, priorizan otras cosas, no
encuentran el valor, la fuerza o la dedicación necesaria, los posponen, esperan
tiempos más propicios y poco a poco, sin apenas darse cuenta, el olvido. Si uno
se fija bien puede encontrar sueños abandonados por cualquier sitio.
Jamás he robado a nadie. Simplemente, me
agacho, los recojo y me voy. Luego viene el trabajo realmente engorroso, el
proceso de separación y clasificación. ¿Que qué hago con tanto sueño? Todo comenzó como un hobby, coleccionaba
sueños como quien colecciona monedas o sellos; pero le vi filón comercial y ahora me
dedico a venderlos al por mayor o a subastarlos al mejor precio. ¿Y tú, a que
te dedicas?
La
conversación continuó por los cauces “normales” y ni yo me atrevía a preguntar
más ni él me dio más explicaciones.
la vida misma, unos desechando y otros recogiendo
ResponderEliminarTú lo has dicho, la vida misma.
EliminarHermosa entrada y título. Hay un detalle que me llama la atención, hay personas que abandonan sus sueños, otros los recogen. Pero el que los crea, los lleva latiendo en su corazón.
ResponderEliminarMe temo que, al igual que la energía, ni se crean ni se destruyen, simplemente se transforman. Incluso los sueños que creemos propios, los más aparentemente "nuestros" no son más que una variación de los sueños que ya tuvieron otros (alguna excepción habrá... pero no se me ocurre ninguna).
ResponderEliminarNo sé, pero creo que la esencia del ser es muy importante para no estar en continuo reciclaje.
ResponderEliminarPondría como ejemplo a Jhon Forbes Nash, esa lucha interior tan magistral y conmovedora.
Podríamos acercanos a ciudadanos de la calle, a personas que sus sueños lo cumplen día a día porque son felices así.
Quizás me desvío del tema.
cada vez te pareces más a martin pero los que van desechando sueños quizá lo hacen porque las cosas por las cuales se les olvidan son más importantes que los sueños
ResponderEliminarJa, ja, ja, ja ...No me acordaba ya del "Tío Martín". Su pensamiento debería, aunque fuese un simple pastor, estudiarse en todas las facultades de Filosofía. Lo malo es que, al igual que otros grandes filósofos, no dejó nada escrito. No me puedo comparar.
ResponderEliminarComo decía Bea en el primer comentario: la vida misma.
¡¡Aaaaahhhhhhh!! Con un día de retraso pero al final entendí la comparación. Y mira que lo hablamos hace poco...
ResponderEliminarSólo hay que fijarse en los niños. Un trozo de papel a modo de mariposa movido por una mano o una bolsa de papel que vuela con el viento hacen que por un momento se sientan más felices y no hay ningún adulto que pueda sentirse así ya que todos sus sueños han quedado atrás..
ResponderEliminarEs condición humana la capacidad mental de soñar, de imaginar, de tener ilusiones y volar. Luego la dura realidad te hace aterrizar y así poco a poco, víctima de las circunstancias, van desapareciendo los sueños.
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