“Lo que un hombre es en sí mismo, lo que le acompaña en la soledad y lo que nadie puede darle ni quitarle, es indudablemente más esencial para él que todo lo que puede poseer o lo que puede ser a los ojos de los demás.” (Arthur Schopenhauer)

Ultra personalización algorítmica





Con cada pulsación de teclado, con cada clic de ratón, con cada búsqueda en Google,  dejamos una huella tan nítida de nosotros mismos como si caminásemos descalzos por la arena. Con cada página web abierta, comentario publicado, foto subida a facebook o compra on-line realizada, un sencillo algoritmo informático es capaz de seguirnos la pista, cual sabueso, e identificar nuestras aficiones, nuestros gustos, nuestras creencias, nuestra ideología, todas y cada una de nuestras venturas y miserias. Una vez dado caza, tan sólo hay que clasificar y etiquetar: español, treintañero, casado, con un hijo, funcionario, creyente, católico, de derechas,… la lista puede ser inmensa y se acrecienta, en un proceso automático, con cada acción que realizamos. 

Ultra personalización algorítmica, una idea diabólica pero a la vez brillante y sencilla. Consiste en seleccionar los resultados de nuestras búsquedas según nuestro perfil de tal forma que se ofrezca a cada uno exactamente aquello que quiera leer, oír o ver. En psicología existe un concepto conocido como sesgo confirmatorio según el cual los individuos damos mayor credibilidad a aquellas informaciones que refuerzan nuestras ideas iniciales, sean éstas fundadas o infundadas, sobre un cierto tema. Todos estaríamos así encantados y además psicológicamente predispuestos a aceptar la información como cierta, por cuestionable que esta sea. ¿Para qué llevarnos un mal sofocón? ¿A quién le importa la verdad? Que la realidad no estropee ni a unos un buen titular ni a otros el día. Al final lo único y verdaderamente importante es que el contador de visitas siga aumentando. Más opio para el pueblo.

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