“Lo que un hombre es en sí mismo, lo que le acompaña en la soledad y lo que nadie puede darle ni quitarle, es indudablemente más esencial para él que todo lo que puede poseer o lo que puede ser a los ojos de los demás.” (Arthur Schopenhauer)

Olor y paroxismo




La mayoría de los libros que tengo los he adquirido en mercadillos, rastros, ferias de ocasión, tiendas de segunda mano o librerías de viejo. La verdad, no entiendo esa fetichista obsesión que tienen algunos con el dichoso olor a libro nuevo. A mí el olor a libro nuevo me produce rechazo. Me recuerda excesivamente al olor a prescindible, a olvido, a lo que huelen, por cierto, casi todas las novedades. Un libro nuevo huele solamente a libro nuevo; un libro usado adquiere además los aromas de todas las vidas que ha vivido, de todos los lugares que ha visitado, de todos los lectores con los que ha estado. Cada vez que acojo en mi casa uno de esos libros repudiados trato de hallar, a través de las marcas que en él ha dejado el tiempo y el uso, el aroma de esas “otras vidas” con el que haya podido quedar impregnado. En muchos casos solo el uso de la imaginación permite identificar esas sutiles fragancias, pero si su interior esconde una nota, un subrayado, un billete de autobús o un dibujo hecho a mano, es directamente el paroxismo.

4 comentarios:

  1. Y dime Nacho, ¿qué sientes cuando te encuentras con el paroxismo? ¿puedo saberlo?.

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  2. Yo cuando me encuentro con el paroxismo es que no soy persona...

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. A mi me pasa algo parecido incluso con los libros nuevos que esperan mis anotaciones.

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